Sin duda España está llena de pueblos bonitos por toda su geografía, pero muy pocos como La Alberca, hoy día perteneciente a la provincia de Salamanca y que en su antigüedad perteneció a la comarca de Las Hurdes y por lo tanto a Extremadura.
Ahora que están de moda las “pelis” del Medievo, los Tudor, Águila roja, etc. nos podemos hacer una idea, de cómo y por qué, el duque de Alba regaló este precioso pueblo al rey de León, pero eso lo vamos a dejar para los historiadores.
A poco más de media hora de Ramajal rural, es una de las visitas que no podemos dejar de hacer, ya la subida del puerto del Portillo nos dejará atónitos de la belleza del Parque Natural de las Batuecas, su naturaleza esplendorosa se desborda por todas partes, casi engullendo la carretera, volando sobre nuestras cabezas, halcones, águilas y buitres, sobre sus roquedos el emblema del parque, machos monteses que de forma tímida se asoman a nuestro paso. Llegado a la cima, todo empieza a cambiar, dejamos atrás las cálidas, onduladas, verdes y húmedas tierras hurdanas para llegar a las frías y planas llanuras castellanas, en este punto debemos parar y deleitarnos de las vistas, respirar el aire puro y hacer una foto que sin duda recordaremos siempre.
El primer pueblo bajando el puerto es la Alberca, nuestro destino, una responsable política municipal ha preservado la arquitectura tradicional del lugar como fue siempre, sabremos por que decimos que no debemos dejar hacer una visita cuando paseemos por sus calles, contemplando las casas de piedra, tejados y balconeras de madera de castaños, adornados con todo tipo de flores, su iglesia con esas dos calaveras humanas en su fachada, que no queremos explicar el por qué están allí para que Uds. mismos lo averigüen, sus fuentes, por mascota un cerdo que pasea alegre por sus calles, etc. (Aconsejamos que no sea en época vacacional para poder empaparnos de todo esto sin ser molestados por la aglomeración de turistas).
Los albercanos, sin duda tiene por bandera su famosa chacina de cerdo ibérico, de aquí lo de la mascota, que criada en las dehesas extremeñas se curan en los fríos secaderos que hay en la población, muchas son las tiendas que nos ofrecen, a muy buen precio, jamones, chorizos, lomos, salchichones, etc. Al lado de estas ha nacido un comercio paralelo de artesanía y recuerdos del lugar que nos harán pasar un buen rato recorriéndolas y comprando algo si nos gusta.
Si aún seguimos con ganas de hacer otra actividad, podemos acercarnos a la peña de Francia, a poco más de 20 kilómetros, más de 1700 metros de altura, su mirador si el día es claro nos dejará ver toda la llanura salmantina, en este lugar se encuentra el monasterio benedictino del siglo XV, que deberemos ver.
Para volver a Ramajal, podemos desandar el camino o coger la carretera que nos lleva a la población vecina de Soto Serrano, atravesaremos un bosque de robles, castaños y abedules muy refrescante en meses calurosos y de postal en los meses otoñales, Llegado a este municipio giraremos a la derecha para regresar a la comarca de Hurdes.
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